Fue una relación algo larga,
un poco más de un año. Fuimos muy unidos
y pudimos vivir cosas hermosas entre los dos, creo que el cariño y amor era sincero. Pero como toda relación experimentamos
momentos muy complicados, peleas, riñas, disgustos y hasta unas tres veces
terminamos. Claro, luego de llorarlo y
conversarlo nos volvimos a encontrar.
Pero esta vez sí, ahora es
definitivo. Ya han pasado muchas cosas,
creo que hemos comprendido que nuestro noviazgo no funciona. Sé que tenemos aspiraciones diferentes y
nuestras vidas se van encaminando por otros rumbos. Pienso que somos lo suficientemente maduros
como para afrontar y aceptar esta situación.
Sí me duele, me duele mucho.
Siento que de verdad lo amo, tal vez no como merece pero sí lo amo. Es por eso que decidí cortar la relación.
¿Hay marcha atrás? Le pregunté
a la chica que me contaba el fin de su historia romántica. Bueno, respondió, siempre hay quizás una
puerta abierta, no ahora, hoy no tenemos razones para estar juntos, nos hicimos
mucho daño – continuó – Pero como le dije a él, “SI DIOS QUIERE ESTAREMOS
JUNTOS, SI ESTÁ EN SU VOLUNTAD NOS VOLVEREMOS A ENCONTRAR”. Tienes toda la razón, le contesté, “échale la
culpa a Dios”.
Me miró confundida y hasta amenazante. Pero si no le estoy culpando a Dios de nada,
estoy dejando el futuro de esta relación en sus manos, ¿cómo puedes decir eso?
Respondí: Si quieren estar
juntos es decisión de ustedes, porque se aman, se respetan, toleran y
perdonan. Dios no te pondrá una pistola
para que te quedes con el chico, y no le va a amenazar a él para que vuelva
contigo. No puedes obligar a nadie a que
te ame, Dios no hace así. Si te casas la
pregunta será: “¿aceptas?”, y tú responderás que sí o que no de acuerdo a lo
que tú quieras. El problema es que somos
expertos para responsabilizar a Dios de las decisiones que tomamos o que NO
tomamos, como para luego justificar lo que pasó, y en tal caso si algo sale
mal, tener un buen pretexto para culpar a Dios o reclamarle por los sucesos.
Así pasa usualmente. Por eso muchos preguntan el por qué de las
guerras, la pobreza, el hambre y la injusticia, responsabilizando a Dios por lo
que la humanidad ha hecho. Cuando somos
nosotros los que decidimos si peleamos o si somos pacíficos, si damos de comer
o si cerramos la ventana del auto.
Lo que Dios quiere es que
tomes una decisión y seas firme, lo que Dios quiere es que busques su sabiduría
y su bendición. Sí, tal vez te
equivoques, quizás fracases, pero eso es parte de la vida y del aprendizaje. ¿O no te caíste cuando aprendías a manejar
bicicleta? Dios no te hizo un títere ni
una máquina, él te hizo libre y con voluntad propia. Así que, si ese chico no es el amor de tu
vida, déjalo en paz, no pierdan el tiempo y construyan sus propios caminos, y
si crees que sí es él, pues tomen la decisión y manténganse firmes.
Aún me miró incrédula pero
algo más animada. La verdad no estoy
segura de lo que quiero, me dijo.
Entonces date un tiempo para calmar tus emociones, hablar con Dios y
asegurarte de lo que anhelas – respondí – Puede ser que no estés de acuerdo
conmigo, y estás en todo tu derecho, pero recuerda que si tomas decisiones o no
las tomas, es tú responsabilidad y no de Dios, por lo tanto, cualquier cosa que
pase al final: “deja de echarle la culpa a Dios”.
S. Gavriell Arcos