Recuerdo que tenía algo así
como 14 años, la época cuando no entiendes qué rayos le está pasando a tu
cuerpo, tu cabeza y menos aún a tu corazón.
No entiendes nada. Bueno, no
entiendes nada más que lo que aquella muchacha de edad desconocida, nombre
desconocido, procedencia desconocida, te genera. Hace que la piel se te erice,
la sonrisa te aflore, el estómago te tiemble y el corazón se acelere. Algo pasaba dentro de mí, y en mi “tonto
pensar” me estaba enamorando. ¿De una
desconocida?, sí. Está bien, más o menos
desconocida.
Lo que puedo decir con certeza
es que ella, Paula (supe el nombre cuando fui por primera vez a la sociedad de
jóvenes de la iglesia), tuvo el increíble don de mantenerme atento durante todo
el culto dominical y las otras reuniones.
Atento a ella por supuesto, más que a las enseñanzas que tanto
necesitaba en aquél entonces.
Siempre fui tímido con las
mujeres, con todo quizás, pero ella me elevaba a la cúspide de los
temerosos. Y como de esos temas no se
hablaban con los padres, mis amigos andaban en otras y la televisión no me
explicaba la realidad, acudí al que seguramente me ayudaría a resolver mi gran
conflicto: ¿cómo acercarme a Paula? Pedí
socorro al líder de la sociedad de jóvenes.
Un muchacho maduro de unos veinte y tantos, con toda una carrera
pastoral por delante. Para mí que tan
solo era un niño enamoradizo, él venía a ser un cuasi vicario divino.
“Guarda tu corazón” me dijo el
enviado. ¿Algo más? Pregunté hundido en dudas. Sí, respondió, “porque de él
mana la vida”. No supe dónde guardarlo,
cómo guardarlo, vamos… no supe qué significaba “mana”. Lo que pude entender con el pasar de los
días, las reuniones y enseñanzas, era que mi iglesia tenía estrictas normas que
prohibían el enamoramiento en la adolescencia, por lo tanto fijarme en Paula
era un acto casi pecaminoso. Así
comprendí que todo lo que mi corazón sentía por ella era una trampa del enemigo
para alejarme de mi verdadero propósito en la iglesia, propósito que nunca lo
descubrí porque años más tarde me fui a otra congregación.
Supe en ese momento que verla
tan bella iba a llevarme a la lujuria, por esa razón quise evitarla, sabiendo
que cuando creces y sí tienes el permiso de los líderes para enamorarte,
entonces la lujuria desaparece. Por lo
que preferí esperar un tiempo.
En fin, me hicieron entender
que el amor no es lo que te dice el corazón, el amor es lo que te dicen algunos
líderes. Y por un tiempo les creí. Pero
lo triste es que en aquellos días llegó un muchacho bastante más osado y se
llevó a la chica de mis sueños. Quise
“guardar mi corazón” pero amar era algo inevitable en mí, y como no podía
enamorarme en la iglesia lo hice afuera en "yugo desigual".
Así que el jefe de la sociedad de jóvenes se enojó conmigo porque me
metí con una “chica del mundo”, entonces tuve que alejarme un buen tiempo de
ese grupo, no porque hubiera querido, sino porque no era bien recibido.
Una mañana, ya viejo, miré a
mi lado y me alegré al ver a mi vieja esposa observándome con profunda
ternura. Le pregunté sonreído porqué me
miraba así, y me respondió, que a pesar de mis arrugas encontraba en mí a un
muchacho de 14 años, y que a pesar de nuestros antiguos fracasos sentimentales
con otras personas, nuestros corazones seguían intactos porque fue Dios el que
nos enseñó lo que realmente era el amor, y no la religiosidad.
Por eso me veía con ternura y enamorada.
S. Gavriell Arcos
Que nuestros miedos, prejuicios evangelicos y leyendas urbanas de iglesia callen. Que seamos sabios contextualizadores de escenarios actuales con la palabra de Dios para poder en algo, en nuestra limitada sabiduria guiar a aquellos muchachitos que lidian con la natural esencia de sus cuerpos.
ResponderBorrarYa no mas sincretismo religioso hemos perdido tanto terreno protegiendonos en obsarvanzas religiosas y no hemos guiado al joven en su caminar.
Podemos ser humanos, santos, reales. De carne y hueso pero integros, si se puede, no estamos desarmados.
Animo y seamos.honestos.con aquellos.que.timidamente empiezan a caminar ede camino por nosotros ya transitado.
Que nuestros miedos, prejuicios evangelicos y leyendas urbanas de iglesia callen. Que seamos sabios contextualizadores de escenarios actuales con la palabra de Dios para poder en algo, en nuestra limitada sabiduria guiar a aquellos muchachitos que lidian con la natural esencia de sus cuerpos.
ResponderBorrarYa no mas sincretismo religioso hemos perdido tanto terreno protegiendonos en obsarvanzas religiosas y no hemos guiado al joven en su caminar.
Podemos ser humanos, santos, reales. De carne y hueso pero integros, si se puede, no estamos desarmados.
Animo y seamos.honestos.con aquellos.que.timidamente empiezan a caminar ede camino por nosotros ya transitado.
Realmente muy preciso el articulo Gabriel, creo que mas que nos identificamos con lo leído, gracias por compartirlo. De aquí muchas conclusiones que sacar, el líder de tu iglesia yo se que siempre o casi siempre, (si esta con Dios de verdad) va a querer lo mejor para nosotros que estamos en crecimiento y no entendemos que es el amor en esos años de adolescencia. Pero creo que el ósea el valiente, el " lanzado" en el buen sentido de la palabra cuando crece y tiene buenas intenciones, reales y genuinas, esta muy bien en una iglesia. Creo que la mujer valora mucho eso en los hombres, la valentía, el coraje de atreverse a hablar con ella.
ResponderBorrares un casi ccuento lindo que se apeegaala realidad de la juventud en algunos casos, me gusto la parte del final que apesar de ya estar viejitos lo sigue viendo como el muchacha de 14 años , pues solo queda decir felicidades y sigue adelante con este blog. Bendiciones :)
ResponderBorrares un casi ccuento lindo que se apeegaala realidad de la juventud en algunos casos, me gusto la parte del final que apesar de ya estar viejitos lo sigue viendo como el muchacha de 14 años , pues solo queda decir felicidades y sigue adelante con este blog. Bendiciones :)
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