lunes, 7 de diciembre de 2015

TIPS PARA MONTAR UNA OBRA DE TEATRO CRISTIANA Y ORIGINAL...




1. Consigue un grupo de 8 a 12 chicos, no importa si no saben actuar... en estas obras no se habla (y como es hecho para Dios no es trascendente el talento)
2. Viste a todos de negro a manera de mimos, aunque no es necesariamente una obra de mimos...  no siempre llevarán los rostros pintados (excepto el que hace de diablo)
3. Recuerda siempre que uno de ellos tiene que hacer el papel de Jesús, sino, no será una obra cristiana... por lo tanto éste vestirá de blanco (porque el blanco sí es un color "santo")
4. Crea un argumento nunca antes visto,... algo así como que un chico es acosado por "amigos" pecadores, o por demonios de diversas tentaciones...
5. Siempre deberá haber el amigo o demonio que lo tienta a tomar alcohol, el que lo tienta a fumar, el que lo tienta a la droga, el que lo tienta al dinero, el que lo tienta a la vanidad, el que lo tienta al sexo, y el que lo tienta al suicidio... eso jamás se ha visto antes
6. Usa carteles con los pecados respectivos o cadenas que representen ataduras,... cada vez que el personaje “un chico inocente y sin capacidad de decidir”, cede ante sus amigos "mundanos", tiene que cargar con un cartel o cadena maligna que los personajes antagónicos colocan en su cuello...
7. Jamás puede faltar el jefe de los malos... uno tiene que hacer el papel de Satanás, quien maneja a los pecadores y les ordena tentar al débil personaje, mientras se alegra cada vez que éste cede...
8. Tienes un par de opciones con el personaje de Jesús: la primera puede estar en una posición como de crucificado, de manera que con cada pecado recibe es un golpe de clavo en sus manos, y la segunda opción es que aparece para liberar al joven tentado...
9. Debes siempre recordar esta escena única en su especie: Jesús pelea contra los demonios y contra el diablo en el momento más climático, quizás cuando el chico se quiere quitar la vida o cuando la música de fondo está más intensa...
10. Nunca, pero nunca olvides dejar a todos los amigos pecadores, demonios y diablos en el suelo, mientras el personaje principal es abrazado y levantado por Jesús...
11. Todo esto sucede a manera de coreografía, sin pronunciar una palabra, y con una canción pop-rock (mejor en inglés) de fondo...

Sigue estos pasos únicos, y tendrás la obra de teatro cristiana más original nunca antes vista...!
PD. Si te fallan estos consejos, consulta en youtube, seguro encontrarás sugerencias similares...!

S. Gavriell Arcos

jueves, 19 de noviembre de 2015

ÉCHALE LA CULPA A DIOS



Fue una relación algo larga, un poco más de un año.  Fuimos muy unidos y pudimos vivir cosas hermosas entre los dos, creo que el cariño y amor era sincero.  Pero como toda relación experimentamos momentos muy complicados, peleas, riñas, disgustos y hasta unas tres veces terminamos.  Claro, luego de llorarlo y conversarlo nos volvimos a encontrar.

Pero esta vez sí, ahora es definitivo.  Ya han pasado muchas cosas, creo que hemos comprendido que nuestro noviazgo no funciona.  Sé que tenemos aspiraciones diferentes y nuestras vidas se van encaminando por otros rumbos.  Pienso que somos lo suficientemente maduros como para afrontar y aceptar esta situación.  Sí me duele, me duele mucho.  Siento que de verdad lo amo, tal vez no como merece pero sí lo amo.  Es por eso que decidí cortar la relación.

¿Hay marcha atrás? Le pregunté a la chica que me contaba el fin de su historia romántica.  Bueno, respondió, siempre hay quizás una puerta abierta, no ahora, hoy no tenemos razones para estar juntos, nos hicimos mucho daño – continuó – Pero como le dije a él, “SI DIOS QUIERE ESTAREMOS JUNTOS, SI ESTÁ EN SU VOLUNTAD NOS VOLVEREMOS A ENCONTRAR”.  Tienes toda la razón, le contesté, “échale la culpa a Dios”.

Me miró confundida y hasta amenazante.  Pero si no le estoy culpando a Dios de nada, estoy dejando el futuro de esta relación en sus manos, ¿cómo puedes decir eso?

Respondí: Si quieren estar juntos es decisión de ustedes, porque se aman, se respetan, toleran y perdonan.  Dios no te pondrá una pistola para que te quedes con el chico, y no le va a amenazar a él para que vuelva contigo.  No puedes obligar a nadie a que te ame, Dios no hace así.  Si te casas la pregunta será: “¿aceptas?”, y tú responderás que sí o que no de acuerdo a lo que tú quieras.  El problema es que somos expertos para responsabilizar a Dios de las decisiones que tomamos o que NO tomamos, como para luego justificar lo que pasó, y en tal caso si algo sale mal, tener un buen pretexto para culpar a Dios o reclamarle por los sucesos.

Así pasa usualmente.  Por eso muchos preguntan el por qué de las guerras, la pobreza, el hambre y la injusticia, responsabilizando a Dios por lo que la humanidad ha hecho.  Cuando somos nosotros los que decidimos si peleamos o si somos pacíficos, si damos de comer o si cerramos la ventana del auto.

Lo que Dios quiere es que tomes una decisión y seas firme, lo que Dios quiere es que busques su sabiduría y su bendición.  Sí, tal vez te equivoques, quizás fracases, pero eso es parte de la vida y del aprendizaje.  ¿O no te caíste cuando aprendías a manejar bicicleta?  Dios no te hizo un títere ni una máquina, él te hizo libre y con voluntad propia.  Así que, si ese chico no es el amor de tu vida, déjalo en paz, no pierdan el tiempo y construyan sus propios caminos, y si crees que sí es él, pues tomen la decisión y manténganse firmes.

Aún me miró incrédula pero algo más animada.  La verdad no estoy segura de lo que quiero, me dijo.  Entonces date un tiempo para calmar tus emociones, hablar con Dios y asegurarte de lo que anhelas – respondí – Puede ser que no estés de acuerdo conmigo, y estás en todo tu derecho, pero recuerda que si tomas decisiones o no las tomas, es tú responsabilidad y no de Dios, por lo tanto, cualquier cosa que pase al final: “deja de echarle la culpa a Dios”.

S. Gavriell Arcos

miércoles, 11 de noviembre de 2015

EL AMOR NO ES LO QUE TE DICE EL CORAZÓN (casi cuento)


 
Recuerdo que tenía algo así como 14 años, la época cuando no entiendes qué rayos le está pasando a tu cuerpo, tu cabeza y menos aún a tu corazón.  No entiendes nada.  Bueno, no entiendes nada más que lo que aquella muchacha de edad desconocida, nombre desconocido, procedencia desconocida, te genera. Hace que la piel se te erice, la sonrisa te aflore, el estómago te tiemble y el corazón se acelere.  Algo pasaba dentro de mí, y en mi “tonto pensar” me estaba enamorando.  ¿De una desconocida?, sí.  Está bien, más o menos desconocida.

Lo que puedo decir con certeza es que ella, Paula (supe el nombre cuando fui por primera vez a la sociedad de jóvenes de la iglesia), tuvo el increíble don de mantenerme atento durante todo el culto dominical y las otras reuniones.  Atento a ella por supuesto, más que a las enseñanzas que tanto necesitaba en aquél entonces.

Siempre fui tímido con las mujeres, con todo quizás, pero ella me elevaba a la cúspide de los temerosos.  Y como de esos temas no se hablaban con los padres, mis amigos andaban en otras y la televisión no me explicaba la realidad, acudí al que seguramente me ayudaría a resolver mi gran conflicto: ¿cómo acercarme a Paula?  Pedí socorro al líder de la sociedad de jóvenes.  Un muchacho maduro de unos veinte y tantos, con toda una carrera pastoral por delante.  Para mí que tan solo era un niño enamoradizo, él venía a ser un cuasi vicario divino.

“Guarda tu corazón” me dijo el enviado. ¿Algo más? Pregunté hundido en dudas. Sí, respondió, “porque de él mana la vida”.  No supe dónde guardarlo, cómo guardarlo, vamos… no supe qué significaba “mana”.  Lo que pude entender con el pasar de los días, las reuniones y enseñanzas, era que mi iglesia tenía estrictas normas que prohibían el enamoramiento en la adolescencia, por lo tanto fijarme en Paula era un acto casi pecaminoso.  Así comprendí que todo lo que mi corazón sentía por ella era una trampa del enemigo para alejarme de mi verdadero propósito en la iglesia, propósito que nunca lo descubrí porque años más tarde me fui a otra congregación.

Supe en ese momento que verla tan bella iba a llevarme a la lujuria, por esa razón quise evitarla, sabiendo que cuando creces y sí tienes el permiso de los líderes para enamorarte, entonces la lujuria desaparece.  Por lo que preferí esperar un tiempo.

En fin, me hicieron entender que el amor no es lo que te dice el corazón, el amor es lo que te dicen algunos líderes. Y por un tiempo les creí.  Pero lo triste es que en aquellos días llegó un muchacho bastante más osado y se llevó a la chica de mis sueños.  Quise “guardar mi corazón” pero amar era algo inevitable en mí, y como no podía enamorarme en la iglesia lo hice afuera en "yugo desigual".  Así que el jefe de la sociedad de jóvenes se enojó conmigo porque me metí con una “chica del mundo”, entonces tuve que alejarme un buen tiempo de ese grupo, no porque hubiera querido, sino porque no era bien recibido.

Una mañana, ya viejo, miré a mi lado y me alegré al ver a mi vieja esposa observándome con profunda ternura.  Le pregunté sonreído porqué me miraba así, y me respondió, que a pesar de mis arrugas encontraba en mí a un muchacho de 14 años, y que a pesar de nuestros antiguos fracasos sentimentales con otras personas, nuestros corazones seguían intactos porque fue Dios el que nos enseñó lo que realmente era el amor, y no la religiosidad.  Por eso me veía con ternura y enamorada.


S. Gavriell Arcos

lunes, 26 de octubre de 2015

TIPS PARA LLEVAR CON ÉXITO UN BUEN "TIEMPO DE ALABANZA Y ADORACIÓN"



1. para empezar con fuerza debes gritar: "QUIÉN VIVE?"...
2. si ves que vas perdiendo la atención de la gente o no se conectaron agrega un: "CUÁNTOS PUEDEN DAR UN GRITO DE JÚBILOOOO"
3. si el de júbilo no funciona recurre al: "GRITO DE GUERRA"
4. cada vez que vaya a iniciar una canción puedes preguntar: "¿CUÁNTOS SON RADICADLES?", "¿CUÁNTOS HAN VENIDO DELANTE DE SU TRONO?", "¿CUÁNTOS QUIEREN EXALTAR SU MAJESTAD?", "¿CUÁNTOS QUIEREN QUE MANDE SU LLUVIA?", etc. siempre que lleve el título o la primera frase de la canción que vas a cantar…
5. no olvides en las canciones lentas pedir: "CIERRA TUS OJOS AHÍ DONDE ESTÁS"... ahí donde estás, por si acaso se les ocurra cerrar los ojos en otro lado...
6. al final de una canción rápida puedes REPETIR EL CORO UNA Y OTRA VEZ DE FORMA MÁS LENTA, (a manera de "adoración" para usar términos comprensibles en el léxico eclesiástico más ortodoxo)... para luego de unos 10 minutos de repetición volverla a ACELERAR... eso nunca falla
7. cuando termines cada tema, o entre canciones, sobre todo en los temas letos puedes improvisar un "CÁNTICO NUEVO" como el MISMO QUE USAN TODOS... alargando ciertas sílabas con micro melodías e inflexiones a lo blues como: "TE ADORAAAAMOS SEÑOR", "ALABAAAAMOS TU NOMBRE",... la melodía no cambia nunca, lo único que cambia un poco y a veces son las frases que pueden ser sacadas de la misma canción: "HOY TE BUSCAAAAMOOOOOS", "QUEREMOS EXALTAAAR TU NOOOOOMBRE"... etc. es uno de los RECURSOS NUEVOS MÁS USADOS DESDE HACE AÑOS...
8. finalmente JAMÁS pero JAMÁS olvides que luego del aplauso de la gente tienes que pedir: "SI ESE APLAUSO ES PARA EL REY... APLÁUDELE MAS FUERTEEEE", mejor si es con una mezcla de "CÁNTICO NUEVO", así podrás decir que eres bien humilde y "los aplausos no son por tu buena interpretación", de tal manera tendrás éxito en tu vida ministerial...
usando estos tips llegarás lejos y todos te querrán! y seremos más felices...!
PD. tip #9 bonus track: RECUERDA PONER SIEMPRE UNA VOZ MEDIO GRUESA, HABLAR COMO SI TUVIERAS UNA PAPA EN LA BOCA, COMO PSEUDO-LOCUTOR DE RADIO...
PD2. estos tips funcionan desde los años 90's, garantizado!

Gavriell Arcos
-sGv-

miércoles, 21 de octubre de 2015

ATADO (cuento)




En aquella ocasión llegué a la iglesia. Era un domingo cotidiano como los que había vivido los últimos y primeros 18 años de mi vida.  Llevaba el mismo ánimo de los tres meses anteriores, es decir “desánimo”.   Mi estadía en la religión se había transformado en lo usual de todo asistente a los cultos dominicales, una fastidiosa pero necesaria costumbre.

Las canciones eran las de moda, con toda la tertulia pertinente para levantar el espíritu del momento.  Frases tan comunes y siempre efectivas evocaban la emoción del auditorio y procuraban la buena presencia de nuestro Dios, al menos eso creíamos.  A momentos intenté envolverme en los sentimientos de mis acompañantes pero poco logré, quería ser el cristiano de antaño que compartía todo el ritual y se llenaba de eso, pero la monotonía de mi vida era exactamente igual que la del lugar al que asistí cada fin de semana.  Apenas si pude cerrar los ojos un instante, aunque preferí mantenerlos abiertos para observar a Paula, quien de refilón también coqueteaba conmigo.

No quise dar mi ofrenda pues hace tiempo me sentía algo traicionado por la administración monetaria en los templos, así que preferí reservarme el derecho de dar ese dinero como ayuda a algún necesitado.  Muchos me argumentaban mi equivocación con palabras inentendibles como “alfolí”.  Entonces pasó el predicador, un hombre algo rechoncho y alto, siempre bien vestido con su terno y corbata.  No me cabe duda de que él, como las señoras que nos daban la bienvenida y los otros hombre de terno, desarrollaban las tareas (al menos la mayoría de veces) con sinceridad, y eso me hacía sentir aún más como “suela de zapato” por mi vaga actitud eclesial.

Pero no podía más.  El sermón trataba de un montón de normas y sacrificios que hizo aquel pueblo antiguo que desobedeció a Dios, a la par el pastor se refirió a los castigos que recibiría por mi actitud similar a la de esa nación.  Luego mencionó a dos o tres personajes históricos de la Biblia, y atacó en algo a la música que precisamente yo escuchaba.  Todos decían: “amén”, cada vez que él lo pedía.

Dije que no pude más, me quise mover y no pude.  De repente mis extremidades se entumecieron y mi voz fue apagada, abrí mi boca deseando gritar y no salía sonido alguno.  Comencé a desesperar aún más cuando noté que la gente a mi lado seguía al reverendo y no reparaba en mí, como si yo fuera totalmente invisible.  Fue peor cuando advertí que no distinguía nada de lo que hablaba el pastor, era como si en mis oídos se albergara un tumulto de ruido ensordecedor.  Miraba angustiado a mis padres y no me hacían caso, trataba de saltar de mi puesto y era inútil, quise llamar la atención del predicador pero fue imposible.

Me fijé que subieron los músicos y nuevamente la gente se puso de pie y empezó a cantar, yo seguí inmóvil, sin poder pronunciar palabra alguna y alejado del interés de los asistentes.  Me dije a mi mismo con toda seguridad: “Dios me está castigando porque soy un mal cristiano, no me gusta la iglesia, me aburre, no comparto sus ritos y apenas presto atención a los sermones… merezco ser condenado”.

Casi que me entregué voluntariamente a mi castigo cuando el ruido en mi oído cesó y oí una voz firme que me dijo: “tranquilo, no tengas miedo… que yo me siento igual”.  Volví mi rostro de un lado al otro para encontrar al que me había hablado, entonces lo alcancé a ver en un rincón del auditorio, era Él,… era Jesús.  Pero estaba atado a una silla de pies y manos, con una venda en la boca, intentando moverse y hablar en la iglesia,  pero lógicamente no podía…

Reaccioné, y entendí porqué me sentía así… entonces pude moverme y caminar hacia el rincón…

Gavriell Arcos
-sGv-